Cuando Dios
planeó la gran obra de salvar pecadores, él proveyó dos dones. Él dio a su Hijo
y él dio a su Espíritu. De hecho cada Persona de la Trinidad se involucro en
esta gran obra de salvación. El amor, gracia y sabiduría del Padre la planeó;
el amor, gracia y humildad del Hijo la compró; y el amor, gracia y poder del
Espíritu Santo capacitó a los pecadores para creer y recibirla.
LA PRIMERA gran verdad en esta obra de salvación es que Dios
envió a su Hijo para tomar nuestra naturaleza en él y sufrir en ella por
nosotros.
LA SEGUNDA grande verdad es que Dios dio a su Espíritu para
traer a los pecadores a la fe en Cristo y así ser salvos.
Cuando el Señor
Jesucristo estaba por dejar el mundo, el prometió enviar a su Espíritu Santo
para estar con sus discípulos (Jn. 14:16-18, 25-27; 15:26; 16: 5-15).
Aunque fue un
gran privilegio el haber conocido a Cristo cuando vivió en la tierra, pero iba
a ser uno mucho mas grande el conocerlo revelado a nuestros corazones por el
Espíritu Santo (2 Co. 5:16)
Una gran obra del
Espíritu Santo es de convencer a los pecadores que el evangelio que les es
predicado es verdad y de Dios. Otra gran obra que él hace es de hacer santos a
los que creen al evangelio. (2 Co. 3:18)
Si el Espíritu
Santo no obra con el evangelio, entonces el evangelio viene a ser una letra
muerta y el Nuevo Testamento viene a ser tan inútil para los Cristianos así como
el Antiguo Testamento es para los Judíos (Is. 59:21). A consecuencia debemos darnos
cuenta que todo el bien espiritual que surge de la salvación es revelado y dado
a nosotros por el Espíritu Santo. Debemos también entender que todo lo que es
hecho en nosotros y todo lo que somos capacitados para hacer que es santo y
aceptable a Dios es por el Espíritu Santo obrando en nosotros y con nosotros.
Sin él no podemos hacer nada (Jn. 15:5). Por el Espíritu Santo somos nacidos de
nuevo, hechos santos y capacitados para agradar a Dios en cada obra buena.
Es en vista de la
grandeza de esta obra que la Escritura nos advierte que el único pecado que no
puede ser perdonado es la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mr. 3:28, 29; Mt.
12:31, 32).
Por cuanto el
ministerio del Espíritu Santo es traer a los pecadores a creer en la sangre de
Cristo para perdón de pecados, si en llevando esta Obra acabo es menospreciado,
rechazado y blasfemado, entonces no puede haber perdón de pecados y no hay
salvación. Dios no tiene otro Hijo para ofrecerlo como otro sacrificio por el pecado.
La persona que menosprecia el sacrificio de Cristo no tiene otro sacrificio al cual
acudir (He. 10:27, 29; 1Jn. 5:16). De la misma manera, Dios no tiene otro Espíritu
que nos capacite a recibir ese sacrificio y ser salvos. Así que el que menosprecia
y rechaza al Espíritu Santo no se le a dado otro Espíritu que lo capacite a recibir
a Cristo y ser salvo. Es entonces vital, pues, de aprender sobre el Espíritu Santo
y su obra.
Por toda la
historia, muchos han hecho falsas afirmaciones en el nombre del Espíritu Santo.
Porque el error ha sido enseñado, y cosas malas se han hecho en su santo
nombre, es de gran importancia conocer la verdad sobre él y de lo que él vino a
hacer. No hay nada más vil que el que pretende ser de Dios y no lo es.
A FALSOS PROFETAS
El don más grande
del Espíritu Santo en la iglesia del Antiguo Testamento era profecía.
¡Sin embargo
cuantos falsos profetas habían! Algunos falsos profetas servían a otros dioses
(1ª R. 18: 26-29). Sus mentes en realidad eran poseídas por el diablo que los capacitaba
para declarar cosas que eran ocultas a otros hombres (1ª Co. 10:20; 2ª Co 4:4).
Otros profesaban
hablar en el nombre y por la inspiración del Espíritu del Señor, el único
verdadero, santo Dios pero eran falsos profetas (Jer. 28:1-4; Ez. 13 y 14).
En tiempos de
peligro y amenazadores desastres siempre hay esos que afirman de tener
revelaciones extraordinarias. El diablo los estimula para llenar a los hombres con
esperanzas falsas para poder mantenerlos en pecado y falsa seguridad. Entonces,
cuando el juicio de Dios viene, son tomados por sorpresa. Así que quienquiera
que afirme tener revelaciones extraordinarias, alentando a los hombres a
sentirse seguros mientras viven una vida de pecado, hace la obra del diablo,
porque cualquier cosa que aliente al hombre sentirse seguro en su pecados es
del diablo (Jer. 5:30, 31; 23:9-33).
En el Nuevo Testamento
también el evangelio fue revelado a los apóstoles por el Espíritu Santo. Era
predicado con su ayuda, y hecho efectivo en la salvación de almas por su obra y
poder. En la Iglesia primitiva la predicación del evangelio era acompañada con
milagros hechos por los apóstoles. Pero Pedro previene a la iglesia que así
como hubo falsos profetas en la iglesia del Antiguo Testamento, así también habrá
falsos maestros en la nueva (2ª P. 2:1)
Juan nos dice
como probar a los falsos maestros (1ª Jn. 4:1-3). Primeramente, nos advierte a
no creer a cada espíritu, y segundo debemos ponerlos a prueba por su doctrina.
No debemos de ser persuadidos por milagros extraordinarios que puedan hacer,
sino por la doctrina que enseñan (Ap. 2:2). Esta es la regla apostólica (Ga.
1:8).
Dios dió a la
iglesia primitiva dos medios para protegerse en contra de falsos profetas y
maestros: su Palabra, y la habilidad espiritual para discernir espíritus. Pero cuando
los dones extraordinarios del Espíritu Santo cesaron, el don de discernir espíritus
también ceso. Ahora solo nos queda su Palabra para probar las falsas doctrinas.
B. ENTUSIASTAS PELIGROSOS
En cada gran avivamiento,
en lo mas mínimo la Reforma Protestante, entusiastas peligrosos se han
levantado para molestar a la iglesia.
Algunos han dicho
que tienen un espíritu al cual llaman la luz dentro de ellos. Este nuevo
espíritu afirma hacer todas las cosas que el Espíritu Santo ha prometido hacer.
Pero los guía por
sentimientos interiores y no por la Palabra de Dios.
O es esta luz el
Espíritu Santo o no lo es. Si la gente dice que es el Espíritu Santo, será
fácil demostrar que totalmente contradicen la Palabra de Dios y destruyen la
misma naturaleza y ser del Espíritu Santo. Si dicen que no es el Espíritu
Santo, entonces ¿Qué espíritu es? Solo puede ser el espíritu del ante-Cristo.
Algunos niegan la
divinidad y personalidad del Espíritu Santo y tienen ideas erróneas de lo que
él hace. Muchos se oponen y resisten su obra en el mundo.
¿Pero si su obra
es buena y santa y de gran beneficio al hombre, porque es tan menospreciada?
Las cosas del Espíritu Santo las cuales los hombres desprecian son ya sea sus
verdaderas obras o las que no son. Si no son las obras de gracia que él
prometió hacer, sino emociones religiosas fanáticas y vacías, éxtasis extáticos
y revelaciones extraordinarias, entonces es el deber de los Cristianos rechazar
estas cosas y ver que vienen de las estúpidas imaginaciones del hombre, en
lugar de menospreciar al Espíritu Santo y su verdadera obra. Los entusiastas
dicen que es la falsa pretensión y no la verdadera obra la que ridiculizan. Si
es así, ¿porque entonces desprecian a los Cristianos que han recibido al
Espíritu Santo como el don de Cristo?
En el principio
Dios reveló que él solo era Dios y que no hay Dios fuera de él. La verdadera
iglesia creía esta verdad. Los incrédulos creían que había muchos dioses y así se
hundieron en la idolatría. Entonces mandó Dios a su Hijo en carne humana. El recibirlo
y obedecerlo es ahora la prueba de fe. Los que rechazan a Cristo están
rechazados por Dios (Jn. 8:24). Ahora Dios requiere que creamos en Cristo como
la única Piedra de fundación de la iglesia y nos llama a profesar nuestra fe en
él como tal. (Mt. 16:18, 19). Debe de ser reconocido y honrado así como
honramos al Padre (1Co. 3:11; Jn. 5:23).
Todos los asuntos
de Cristo ahora son cometidos al Espíritu Santo (Jn. 16: 7-11). La voluntad de
Dios es que el Espíritu sea exaltado en la iglesia y que la iglesia no este ignorante
de él, así como estuvieron los discípulos de Juan el Bautista en Éfeso (Hch.19:2).
Por eso el pecado de menospreciar la Persona y obra del Espíritu Santo es tan malo
como ambos la idolatría de antigua y el rechazo de Cristo Jesús por los Judíos.
Mientras allí
había perdón por estos pecados porque una etapa de gracia adicional estaba por
venir, ahora no hay perdón. No hay ninguna etapa de gracia adicional para que
venga. Dios no tiene otra persona para dar y tampoco otro camino de salvación.