EL ESPÍRITU SANTO Y LA GRACIA COMÚN

Una de las actividades menos conocidas del Espíritu Santo, aunque de más alcance, es su obra en la gracia común. Consiste en frenar al reprobó (incrédulo) para que no obre mal, en alentarlo a que obre bien, y en comunicarle cierta capacidad para llevar a cabo tareas culturales.

A. EL PROBLEMA.

Para comprender mejor la obra del Espíritu Santo en la gracia común, hay que observar los antecedentes que hicieron necesaria esta gracia común. Cuando el Espíritu Santo hizo al ahombre, lo hizo perfecto, inspiró en él el aliento de vida, y el hombre, lo hizo se convirtió en alma viviente hecha a imagen del creador. Como se trataba del Espíritu Santo: éste dotó al hombre de santidad, justicia y conocimiento: no había maldad ninguna en él.
Después que Adán cayó, tanto como todo el género humano con él, no continuaron en el estado original de justicia moral. La Biblia nos dice que la naturaleza del hombre se corrompió del todo. Esto significa que está completamente inclinada hacia el mal y no a ningún bien espiritual.
El hombre natural, es decir, el hombre sin la acción sobrenatural del Espíritu Santo en su vida, conoce, en el sentido básico, ni a Dios ni la verdad. Aunque parece entender muchas cosas, no entiende nada verdaderamente, porque no relaciona nada con el Dios de la Biblia. Debería poder conocer a Dios a través de la observación del poder y sabiduría de Dios en la naturaleza, pero romanos 1: 18 nos dice que le hombre natural oculta esta verdad, la obstruye, la oprime en justicia, 1ª Cor. 2: 14, 15, nos dice ‘el hombre natral no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente’.
El hombre natural no sólo no conoce las cosas de Dios, sino que odia a Dios y se ha colocado en una situación moral tal, debido a su desobediencia voluntaria, que ya no puede hacer ni una sola cosa espiritual buena a los ojos de Dios. Esto puede parecer difícil de creer, y puede sonar a leguaje duro. Sin embargo, si creemos que la Biblia es la Palabra infalible de Dios, debemos admitir que así son las cosas.
La Biblia nos dice que los pensamientos del corazón del son siempre malos, ya desde la juventud (Jun. 6:5; 8: 21; Jeremías 17: 19, dice que ‘engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá’? Pablo dice entono inconfundible: ‘No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos’ (Rom. 3: 10-18). En otro pasaje agrega: ‘Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede; y a los que viven según la carne no pueden agradar a Dios’ (Rom. 8: 7-8). Y en Efesios Pablo dice que el hombre está muerto en pecados y transgresiones, no enfermo, no herido, sino muerto par toda buena obra (Ef. 2: 1).
Por ello la iglesia cristiana ha confesado que, si bien el Espíritu Santo creó a Adán santo y justo, sin embargo, debido a su pecado, la naturaleza del hombre se corrompió, de manera que nada digno procede de él, sino únicamente el mal. Y si queda a merced de sus propios caminos e inclinaciones malvadas, los seguirá hasta sus últimas consecuencias, expresando en acciones externas su maldad interior, como sucedió con los que Dios entregó a pasiones vergonzosas (Rom. 1: 26)
Esta es, pues, la condición natural de hombre. Sin embargo, y este es el problema, el hombre natural no es tan malo como podría serlo. El hombre natural hace muchas cosas que en lo exterior son nobles y agradables. El no regenerado no ha seguido por completo sus inclinaciones malas. Hay quienes, no siendo cristianos, incluso conociendo el evangelio de Cristo y rechazándolo voluntariamente, en ciertos aspectos son mejores que los cristianos que creen en la Biblia y asisten a la iglesia. A veces son de carácter más estable, dominan mejor sus pasiones, tienen mayor generosidad, su honestidad es más espontánea, sus hijos no hacen trampas, como lo hacen los hijos de muchos cristianos, son más respetuosos de los sentimientos ajenos, y su integridad es de la más elevada. En otras palabras son gente ‘esplendida’, incluso si no son cristianos.
El problema con el que se ha enfrentado la iglesia cristiana en el pasado ha sido: ¿Cómo se explica esto? Si el hombre, según la Biblia, está totalmente depravado, si en él no hay ninguna clase de bondad, si no puede de ninguna manera hacer ni siquiera desear hacer algo bueno, si está inclinado a odiar a dios y al prójimo, ¿Cómo, Entonces, es posible que pueda hacer este ‘bien’ aparente, ser un pagano, ‘espléndido’, vivir una vida que parece a veces se incluso mejor que las vidas de los cristianos?
Algunos tienen le tendencia de negar el mal en el hombre. Señalan a no cristianos de índole aparente virtuosa. Dicen que verdaderamente el hombre es interiormente bueno y no tan malo como se le describe que es, como una piedra áspera y sucia si se le mira por fuera, pero que al quebrarse se ve que contiene hermosas piedras preciosas en interior. El hombre es, pues, interiormente bueno, incluso si a veces parece malo en lo exterior.
Esta explicación se debe rechazar con toda firmeza, si creemos en la biblia como palabra de Dios. Porque como hemos visto, los hechos bíblicos indican lo contrario. Perdido para siempre, el hombre a veces es hermoso por fuera, pero interiormente, corrompido hasta la medula. Es como una roja manzana brillante, de apariencia sabrosa, de piel tersa, en la que un niño encuentra deleite, pero que cuando la muerde, los dientes se le hunden en una carne blanda, podrida, llena de gusanos, que de inmediato escupe y hasta naucias y se regresa el alimento en vomito.
Y la solución no se puede encontrar en el hecho de que el Espíritu Santo actúa dentro de él en una forma salvadora, porque esto es precisamente lo que no estamos diciendo. No estamos hablando del cristiano, sino del réprobo, el que nunca nació de nuevo, ni nunca ha de nacer de nuevo, el que pasará la eternidad en el infierno.

B: LA SOLUCIÓN.

La respuesta que la biblia da a este problema es que el Espíritu Santo actúa en la vida de los no cristianos en una forma especial. No actúa en una forma salvadora. No se tarta de la regeneración. No es por medio del proceso de santificación. Pero aparte de los cristianos, el Espíritu Santo si actúa en un cierto modo en aquellos que son réprobos, que no son elegidos. A esto se llama gracia común.
Es gracia porque no merecen ni en lo más mínimo esta acción del Espíritu Santo. Lo que merecen es la sentencia de Romanos 1: 18, y siguientes, que hablan de que Dios los abandona y permite que se endurezcan en su incredulidad y maldad. No merecen sino condenación y castigo. Y lo que reciben es un favor inmerecido. Por esto se llama gracia.
Esta gracia se suele llamar común porque se le suele considerar no sólo para los elegidos, para el pueblo de Dios, para los cristianos, sino también para los no elegidos. Se considera común tanto para los que son salvos como para los que no lo son.
Si hablamos en forma rigurosa, sin embargo, esta terminología no es precisa. Porque esta gracia no es común tanto para el no regenerado como para el regenerado. Son dos tipos completamente diferentes de gracia. La operación salvadora del Espíritu Santo que sirva de freno al pecado, en las vidas de los elegidos es consecuencia de una gracia especial, del amor especial de elección de Dios por sus escogidos. La acción no salvadora y de freno del pecado por parte del Espíritu Santo en la vida de los réprobos es resultado de la gracia común, del amor de Dios por los no elegidos. El freno es común para ambos, pero la gracia, el amor que frena, difiere. Sea como fuere, la ‘gracia común’ también comprende otras cosas además de la acción del Espíritu Santo en la vida de la gente. Incluye el hecho de que Dios ofrece sinceramente la salvación a los que están perdidos, incluso si no han sido elegidos y nunca creerán. Abarca muchos aspectos de la providencia de este mundo, tales como hacer que el sol brille y que llueva para los no creyentes, el sostenimiento de las leyes de la naturaleza de forma que las cosechas puedan crecer., y el otorgamiento de poderes sanadores al cuerpo enfermo. También significa que Dios es paciente en la ejecución de su castigo a los no creyentes, no dándoles de inmediato su merecido.
Pero la gracia común también incluye una operación general del Espíritu Santo en el no elegido, y este aspecto el que debemos tratar en este estudio, y no de la gracia común en general. Esta acción del Espíritu es triple. Hay un aspecto negativo, el frenar el pecado en la vida de los individuos; y uno positivo, el estímulo a obrar bien, incluso si el bien no procede de la fe. Además, hay un tercer aspecto, el dotar al hombre natural de capacidad general para que pueda desarrollar ciertas tareas culturales. Ahora debemos examinar esta operación triple del Espíritu Santo para ver cuales son sus efectos.

I. FRENO DEL PECADO.

 Ante todo, la Biblia indica que Dios envía a su Espíritu Santo entre los elegidos para impedirles a que den rienda suelta a sus malas inclinaciones. Esto no hace que sus acciones sean agradables a los ojos de Dios, sino que simplemente los hace menos malos. Significa que la vida en este mundo es tolerable y vivible porque el Espíritu Santo impide que los hombres lleguen a exceso.
Dios puede controlar el mal en la vida del hombre en muchas maneras. Lo puede hacer con actos providenciales. Puede frenar la inmoralidad sexual haciendo que vaya acompañada a menudo de enfermedades venéreas, de manera que la gente dominará sus deseos lujuriosos por miedo a las consecuencias. O puede reprimir intenciones malas provocando una inundación que acabe con todos o algunos de los habitantes, como en tiempos de Noé. Pero también, este es el punto que nos interesa ahora, Dios frena el mal con la acción directa del Espíritu Santo en alma de las personas, no en forma salvadora, pero si de tal manera que esas persona se ven frenadas en su desobediencia a Dios.
Saúl, por ejemplo, probablemente no era salvo, y con todo, el Espíritu de Jehová estaba en su vida, haciéndolo obrar bien. Pero después de un periodo de desobediencia, ‘el Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y la atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová’ (1ª Sam. 16: 14).
Isaías se lamentaba de la maldad de Israel. Escribe que ‘fuero rebeldes, hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos’ (Is. 63: 10). En otras palabras, el Espíritu Santo estaba en la viada de muchos Israelitas en una forma no salvadora, frenando el pecado en su vida, si bien más tarde, debido a su maldad, el Espíritu tuvo que retirarse de ellos e incluso luchar contra ellos.
Esteban habló en una forma semejante cuando recordó a los Judíos sus actos rebeldes desde los tiempos de Abraham hasta la crucifixión de Cristo. Luego los censuró duramente: ‘¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo’ (Hech. 7: 51). Decir que resistieron al Espíritu Santo implica que el Espíritu había actuado en su corazón de alguna manera, si bien no estaban regenerados. Y desde luego la carta a los Hebreos menciona la acción del Espíritu Santo en la vida de los no cristianos hasta el punto que ‘fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fuero hechos partícipes del Espíritu Santo’ (Heb. 6: 4). Sin embargo, después de que cometieron el pecado imperdonable, el Espíritu se apartó de su vida para nunca volver a obrar arrepentimiento en ellos. Perdidos por toda la eternidad, los réprobos habían poseído si embargo al Espíritu Santo en su vida, en una forma no salvadora.
Así pues, el Espíritu actúa en la vida de los no creyentes, frenándolos en el mal. Cuán agradecidos podemos estar con Dios de que, por medio de su gracia común, de su Espíritu Santo a aquellos que están perdidos, aquellos que están eternamente condenados. Porque sin esta gracia los hombres llegarían a excesos; darían rienda suelta a sus deseos pecaminosos. La vida se haría intolerable. Habría más sadismo, más robos, más embriaguez, más inmoralidad. El divorcio aumentaría aun más. La violencia estaría a la orden del día. No habría seguridad al caminar por las calles. Todas las comunidades y naciones estarían saturadas con toda clase de pecado. Porque hay épocas, según la Biblia. En que Dios ya no contrarresta al hombre, sino que lo abandona a sus propios placeres malvados. Cuando mayor es el abandono tanto más intolerable se vuelve la vida.
Dios, hablando por medio de Asaf, mencionó esta separación del Espíritu Santo cuando dijo: ‘Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso  mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos’ (Sal. 81: 11-12). Esteban afirmó que Dios se apartó de los Israelitas y los entregó para que rindiesen culto al ejército del cielo. Isaías dijo que el Espíritu Santo lucho contra los Israelitas. Pablo pone de relieve los placeres, engañosos, odios, perversiones, luchas, insolencia, e invento de males nuevos que caracterizaban a aquellos a quien, Dios abandonaba (Rom. 1)
En 2ª Tesalonicenses tenemos una descripción de lo que sucederá al fin de los tiempos cuando ‘quien al presente lo detiene’, es decir, el Espíritu Santo, será ‘quitado de en medio’ 2ª Tes. 2: 7. Porque, dice Pablo, el ministerio de la iniquidad está en acción ya. El espíritu del anticristo está presente en el mundo de hoy. Pero está refrenado. Un día, sin embargo, ese freno será quitado. Entonces vendrá el fin, y el anticristo será revelado, el ‘hombre de pecado’, ‘el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios haciéndose pasar por Dios’ 1ª Tes. 2: 4. Entonces habrá persecuciones, y el anticristo se revelará en toda su horribilidad en contra de Cristo y de los cristianos, seguirá los dictámenes de sus deseos erráticos, y llevará a cabo grandes acciones de violencia y maldad en forma desenfrenada. Esto es lo que sucederá cuando se quite el freno del pecado, cuando el Espíritu Santo retire su influencia y entregue al hombre a sus propios deseos. El mundo será entonces un lugar intolerable para vivir. Y todo esto ocurriría ahora mismo si le que detiene quitara el freno.
Así pues, una de las acciones más estupendas del Espíritu Santo hoy se lleva a cabo entre los réprobos, deteniéndolos en sus caminos malos y haciendo la vida vivible. Porque nosotros, los cristianos somos minoría en este mundo. Representamos sólo una proporción muy pequeña de la población. Si no fuera por esta acción restringidora del Espíritu, la viada se volvería intolerable para el cristiano. Y el cristiano hace bien en orar al Espíritu Santo para que Siga actuando cada vez más en la vida de los no regenerados, a fin de que podamos vivir en paz y tranquilidad, y sin temor.

II. ESTÍMULO PARA EL BIEN.

Una segunda acción importante el Espíritu Santo en la esfera de la gracia común es lo contrario de la acción mencionada antes. El hecho mismo de ser frenado en el pecado significa que el hombre debe hacer algo relativamente bueno. No puede haber vacío. Si algo se quita, algo debe ocupar su lugar. O, con otra metáfora, el quitar algo oscuro de un objeto significa que el objeto debe necesariamente, por naturaleza misma de las cosas, volverse un poco más gris. Lo mismo ocurre en el campo espiritual. Al actuar el Espíritu Santo en el hombre no regenerado dos cosas suceden: el hombre es frenado en el pecado, y recibe estímulo para hacer el bien. A pesar de su naturaleza totalmente corrompida, por la gracia del Espíritu Santo, el hombre no regenerado hace cosas que son formal y externamente agradables a Dos.
Debería recordarse con claridad, sin embargo, que el hombre natural no hace absolutamente nada que sea verdaderamente agradable delante de Dios, ya que le falta la fe, y ‘todo lo que no proviene de fe, es pecado’ (Rom. 14: 23). Puede hacer cosas que en lo exterior se conforme con la ley de Dios, pero como no ama a Jesucristo, como no hora a Dios, y como no hace estas cosas por motivaciones puras de amor y fe hacia Dios, todas las acciones del hombre no regenerado son pecado.
Para decir en términos absolutamente claros lo que la Biblia enseña, si un unitario, quien niega la divinidad de Jesucristo y confía en sí mismo en vez de hacerlo en Jesús para su salvación, diera un millón de dólares para la obra misionera de una iglesia que predica a Jesucristo crucificado y resucitado. Esta donación no sería, por parte del dador, un acto de bien espiritual. Porque no nacería de la fe en Cristo y no sería hecho para su gloria, sino por otra razón. Aunque desde luego, una acción tal sería mucho mejor que si esa cantidad se gastara en prostitución o juego, sin embargo, si el motivo adecuado está ausente, ningún acto es fundamentalmente agradable a Dios. Esto es lo que queremos decir, cuando afirmamos que es relativamente bueno, pero no verdaderamente bueno.
Que el Espíritu de Dios sí estimula al réprobo al bien relativo se ve ciertos ejemplos Bíblicos. El Antiguo testamento menciona a tres reyes, por ejemplo, Jehú, Joás, y Amazías, que no tenían un verdadero temor a Dios, que eran réprobos. Sin embargo de Jehú dice Dios en la Biblia: ‘por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, sus hijos se sentarán sobre el trono de Israel hasta la cuarta generación´ (2ª Ry. 10. 30). De Joás dice la Biblia que ‘hizo lo recto ante los ojos de Jehová’ (2ª Ry. 12: 2). Y el autor repite las mismas palabras en el caso del rey Amazías. Así pues, estos reyes hicieron cosas agradables delante de Dios, si bien ellos mismos se perdieron.
En el Nuevo Testamento el hecho de que los réprobos hacen el bien lo dice Cristo expresamente cuando mandó a los discípulos a amar no sólo a sus amigos, sino también a sus enemigos, porque razonó: ‘si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo´ (Luc. 6: 33). En otras palabras, Cristo dice que los no elegidos hacen el bien. También aquí esto no debe tomarse en el sentido de que hacen lo que es verdaderamente bueno, sino que hacen un bien relativo.
Y Pablo escribe a los romanos 2: 14, que ‘los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley´. No conocen a Jesucristo, no tienen la relación que nosotros poseemos, y sin embargo ellos que son réprobos hacen cosas que en lo exterior están de acuerdo con la ley de Dios, cosas que son agradables para Dios en un sentido relativo.
Aún hoy día el Espíritu Santo mueve a las personas a hacer cosas que en lo exterior están en conformalidad con la ley de Dios. A causa del Espíritu Santo, los no creyentes ricos dan dinero a escuelas y hospitales en lugar de gastarlo en lujos; el unitario que niega a Cristo ayudará al niño de dos anos que ha caído de la bicicleta a arreglarla, lo consolará y tratará de distraerlo de sus penas; el blasfemo dará dinero al mendigo; el no cristiano dará un millón de pesos para ayudar victimas de cualquier catástrofe; el soldado incrédulo se mostrará compasivo con el enemigo; el político que ridiculiza la Biblia luchará por la paz; el pagano jactancioso sacrificará voluntariamente su vida para rescatar a un muchacho que se ahoga.
Estas otras acciones que llevan a cabo los no regenerados se deben a la acción no salvadora del Espíritu Santo en sus vidas. Y debemos dar gracias a Dios por esta gracia maravillosa que hace la vida tan agradable y visible. También podemos mirarnos con vergüenza quienes profesamos ser cristianos y sin embargo estamos llenos de tanta murmuración, de tantos celos, críticas, lujurias, y odios; en tanto que otros que no conocen a Cristo como salvador personal viven, en lo Exterior por lo menos vidas que son diez veces mejor que las nuestras. Que Dios nos libre de nuestra inconsecuencia. Pero al mismo tiempo, alabemos a Dios por esta segunda obra del Espíritu Santo en los réprobos, gracia a la cual la vida no solamente es llevadera, sino también tan agradable.

III. DOTES PARA TAREAS CULTURALES.

Una tercera esfera de la influencia del Espíritu Santo en la gracia común se halla en el dotar al no cristiano de capacidad intelectual, habilidad mecánica, talento artístico, y aptitud par la ciencia, las lenguas, la música, y la cultura en general. El regenerado no tiene monopolio en estos asuntos. Es más que evidente que precisamente aquellos que no son cristianos, a menudo, tienen más habilidades y están mejor dotados que los cristianos.
Estos dotes que le Espíritu Santo da proceden, como, vimos en el estudio anterior, de que el Espíritu Santo es el que comunica al hombre el aliento de vida y quien, por tanto, es el origen del alma, de la mente, y de las facultades intelectivas y emocionales. Este aliento de vida, esta alma, esta capacidad que le Espíritu Santo da al hombre es también la fuente de logros culturales. En Isaías 45: 1, leemos que le rey pagano Ciro fue ungido por Jehová para llevar a cabo su obra. El Espíritu fue enviado a Ciro para darle sabiduría, valor, y pericia militar a fin de que pudiera llevar a cabo la tarea que Dios la había asignado. No cabe duda de que esta misma actividad no regeneradora del Espíritu Santo dotó al hombre natural de grandes facultades, Aristóteles pudo adquirir un conocimiento tan vasto, César pudo conquistar y gobernar tantos países, los antiguos griegos pudieron idear una arquitectura tan duradera, Shakespeare pudo escribir tantas obras perennes como Macbeth y Hamlet, Beethoven pudo componer su Quinta Sinfonía, Einstein pudo formular la teoría de la relatividad. Estos son dones del Espíritu Santo. Demos gracias a Dios por Ellos, y utilicémoslos para su gloria.
Así pues, hay una acción triple del Espíritu Santo, distinta de la del Padre y del Hijo, en el campo de la gracia común. Frena al no regenerado en el pecado, lo incita al bien, y lo dota para grandes logros culturales. Estas son las cosas que hacen que este mundo sea vivible y hermoso. Los efectos son estupendos, y Hodge tenía razón cuando dijo que ‘la calamidad mayor que pueda caer sobre el individuo, la iglesia, o la gente, es que Dios les retire a su Espíritu Santo’.

CONCLUSIÓN.

Al concluir conviene añadir una palabra de advertencia. Si bien reconocemos que el Espíritu Santo actúa en la vida del réprobo, no debemos pensar, ni por un momento, que esto salva ala persona. Estas operaciones del Espíritu Santo no son Salvadoras. No salvan a nadie. La salvación viene sólo por la confianza en Jesucristo como salvador propio. Esta confianza también la crea el Espíritu Santo. Y sólo cuando el Espíritu Santo actúa en esta forma, haciendo que la persona entregue su vida a Cristo, esa persona es salva.

Algunos podrían pensar que, ya que el Espíritu Santo actúa dentro de ellos para capacitarlos para ser más hábiles o para dirigir un negocio, y ya que los ha detenido en el camino del pecado e incluso los ha incitado a hacer algunas cosas que en lo exterior son más bien buenas, serán salvos. Pero esto no es Bíblico. La Biblia no dice en ninguna parte que una persona que hace el bien será salva. Debemos reconocer que el Espíritu Santo actúa en el no creyente y en el no regenerado para que hagan el bien, y debemos dar gracias a Dios por esta influencia de tanto alcance y tan maravillosa de su Espíritu. Pero el hecho es que esta influencia y acción del Espíritu Santo no llevará a nadie al cielo. El pecador necesita no sólo la gracia común; necesita la gracia especial para poder ser salvo. Necesita fe en Jesucristo, el hijo de Dios. El que invoque el nombre del Señor será salvo. El que crea en el Hijo unigénito tendrá vida eterna. Así pues, demos gracias a Dios por la acción del Espíritu Santo en la gracia común, pero no permitimos que nadie se engañe en pensar que es salvo por ella. Antes bien, hagámoslo ver que la salvación sólo es de los que confiesan sus pecados, abandonan su forma de vivir separada de Dios, y piden a Jesús que los redima.