Dios se ha
revelado a nosotros como un Dios santo. Ambas nuestra dependencia total en él
para todo nuestro bien y nuestra obligación de vivir para glorificarlo y de
gozarlo para siempre demandan que nosotros seamos santos y que vivamos vidas
santas (Lv. 11:44; 19:2; 20:7; 1P. 1:15, 16). Además, el pacto que Dios hizo
con su pueblo demanda santidad (Lv. 11:45). La naturaleza de Dios es santa y él
aborrece la maldad (Sal. 5:4-6; He. 1:13).
Pero es la
santidad de Dios así revelada a nosotros en Cristo Jesús la cual es el motivo para
que nosotros seamos santos. La Escritura no nos motiva a la santidad al
presentarnos con la absoluta, infinita, eterna santidad de Dios.
Todas las
propiedades de la naturaleza de Dios nos son reveladas en Cristo Jesús y por lo
tanto nos parece como más resplandeciente y atractivo, porque se ve mas
claramente, que la santidad de Dios así como él es en sí mismo (2Co. 3:18; 4:6).
La santidad ardiente de Dios nos es representada en Cristo, pero es moderada
con bondad, gracia, amor, misericordia y la disposición de bajarse a nuestro
nivel, el cual nos alienta a ser santos así como Dios es Santo.
Juntamente con la
santidad que nos es revelada en Cristo, también esta revelada la santidad la
cual Dios requiere que esté en nosotros y la cual él aceptará.
También nos está
revelado en Cristo un poder espiritual de gracia el cual obrara esta santidad
en nosotros para que seamos conformados a esa santidad de Dios la cual él requiere.
Al menos que
tengamos fe en Cristo y su mediación, jamás podríamos ser influenciados por la
santidad de Dios. Sin Cristo, la santidad de Dios nos haría sentir que nunca
podríamos vivir en su presencia (Is. 33:14; He. 12:28, 29). La santidad
absoluta requerida de nosotros por Dios fue realizada por nosotros por Cristo.
La santidad que ahora Dios nos requiere es esa que lo glorifique en nuestra
unión con Cristo Jesús.
A. RAZONES PARA SANTIDAD
Aquí hay tres
razones especiales de porqué debemos ser santos así como Dios es santo.
PRIMERO, porque la santidad es conformidad a Dios la cual es
nuestro privilegio, gloria y honor. Al menos que la imagen de Dios sea
restaurada en nosotros, no podemos encontrarnos en esa relación para con Dios
la cual el propuso para nosotros en nuestra creación. Solo por la santidad esto
puede hacerse (Ef. 4:22-24).
SEGUNDO, porque se nos llama a comunión con Dios, y esto es
lo que debemos de alcanzar en todos nuestros deberes y obediencia. Si no hay
verdadera comunión con Dios en nuestros deberes religiosos, entonces solos
estamos dándole al viento, y a Dios no se a agradado (Sal. 50:16, 17; Is. 1:15,
16; 1Juan 1:3, 5-7).
TERCERO, Debemos ser santos así como Dios es santo tercero,
porque nuestro futuro, sempiterno gozo depende de ello (He. 12:14; Mt. 5:8;
Col. 1:12; 1Juan 3:2, 3). Nada contaminado puede ser traído a la presencia de
Dios.
B. LA REFORMA MORAL NO ES
SANTIDAD VERDADERA
¿Que intentas
lograr con tu reforma moral? ¿Acaso es la renovación de la imagen de Dios en ti por gracia? ¿Lo es
para ser conformado a la santidad de Dios? ¿Lo es para ser santo en toda forma
de santidad porque Dios es santo? ¿Lo es para obedecer de un principio de fe y
amor de acuerdo a la voluntad de Dios? ¿Acaso lo es porque buscas comunión con
Dios ahora y el gozar de él de aquí en adelante?
Si esto es lo que
quieres decir, ¿porque les tienes tanto miedo a las palabras y expresiones de
la Escritura? ¿Porque no hablas de las cosas de Dios en palabras que el Espíritu
Santo enseña? Al hombre no le gustan las palabras de Dios solo cuando no le gustan
las cosas de Dios.
¿Tal vez es
porque no entiendes las expresiones de la Escritura?
Apelamos a la
experiencia de todos los que verdaderamente temen a Dios. No hay ni uno quien
no entienda, claramente el significado de la Escritura cuando habla del origen,
naturaleza, obra y efectos de la santidad. Mientras que tú, por tu .virtud
moral no tienes idea de lo que intentas lograr, ya que debes rechazar, si eres
honesto, la clara enseñanza bíblica.
Pero si buscas
exhibir santidad bíblica y evangélica, entonces ¿porque tratas con desprecio la
sabiduría de Dios aborreciendo la mera expresión que el Espíritu Santo ha dado
como la más adecuada para dar luz espiritual y entendimiento a los creyentes? A
cambio, tu substituyes tus propias palabras inseguras, arbitrarias y dudosas
las cuales no dan luz espiritual y entendimiento.
Si, después de
todo, es otra cosa lo que quieres decir con tus expresiones vagas, entonces
solo puede ser el diseño de Satanás para socavar la verdadera santidad evangélica.
ALGUNOS
MALINTERPRETAN EL EVANGELIO: Ahora hablaré una palabra a aquellos que dicen que la doctrina de la
satisfacción de Cristo arruina todo esfuerzo para ser santo: .Si el hombre cree que
Cristo satisfizo la justicia de Dios por sus pecados, ellos estarán inclinados a pensar
que pueden vivir como les plazca, porque Dios, se imaginan, jamás los traerá a juicio otra
vez.
Pero esto es
malentender el evangelio completamente. La enseñanza que haz propuesto significa
que los creyentes son transformados en monstruos de ingratitud y desatino. Tu enseñanza
esta construida en ninguna otra fundación que esta, que si Cristo quita la culpabilidad
del pecado, no hay razón mencionada en la Escritura de porque necesitamos ser
santos y mantenernos fuera de la contaminación y dominio del pecado, o de
cualquier manera glorificar a Dios en este mundo. Tu suposición es débil, falsa
y ridícula. Este es el cargo el cual el Catolicismo Romano constantemente hizo
en contra de la doctrina de la justificación por medio de la imputación de la
justicia de Cristo a nosotros.
Es verdad que
todos nosotros podemos cargarnos con culpa por nuestra ociosidad y negligencia
en la cuestión de la santidad. No hemos hecho cada esfuerzo posible para crecer
a la imagen y semejanza de Dios. Podemos tener la imagen de Dios en nuestros corazones
y sin embargo estar cortos de esa semejanza a él.
Esto pasa de dos
maneras. Pasa primeramente cuando nuestras gracias están débiles y
marchitándose. Solo cuando las gracias de santidad florecen en nosotros es
nuestra semejanza a Dios vista. Pasa, en segundo lugar, cuando por el poder de
nuestras corrupciones o tentaciones nos comportamos como la antigua serpiente
torcida. Cuando nuestras corrupciones están fuertes y activas, entonces la
imagen y semejanza de Dios no se verán. Pero el decir que la gracia o
misericordia o amor de este Dios, quien es nuestro Dios, deba alentar a
aquellos quienes lo conocen a él a pecar, o alentarlos a desatender la obediencia
santa a él, es una fabricación monstruosa.
C. MOTIVOS PARA AYUDAR
Si perfeccionamos
la santidad en el temor de Dios debemos realizar que esta es la excelencia más
alta la cual una naturaleza criada es capaz. La santidad nos pone sobre todas
las otras criaturas en el mundo. El hombre fue criado a la imagen de Dios. Esto
dio al hombre preeminencia y dominio sobre todas las otras criaturas. Pero no
contento de ser semejante a Dios en santidad y justicia, el hombre aspiró a ser
como Dios en sabiduría y soberanía también. Pero no agarrando lo que ambicionó,
el hombre perdió lo que tenia (Gn. 3:5, 6; Sal. 49:12).
Primero éramos semejantes
a Dios, y después nos hicimos semejantes a las bestias (2ª P. 2:12). Ahora pues
tenemos mas de la naturaleza bestial que la que tenemos de la divina. La
restauración de esta imagen de Dios en nosotros por la gracia de Jesucristo es
la recuperación de la preeminencia y privilegio los cuales perdimos neciamente
(Ef. 4:24; Col. 3:10).
El dominio sobre
el resto de la creación, la cual ahora la raza humana lucha por con tal destreza
y violencia, depende en esta renovación de la imagen de Dios en ellos. El dominio
del hombre solo es restaurado cuando él está en Cristo y en el nuevo pacto, porque
es solo en Cristo, el cual es el primogénito de toda la creación, la cabeza y
el heredero de todas las cosas, que éste dominio es restaurado. Porque por el
pecado del hombre, la creación fue sujeta a vanidad hasta que la libertad
gloriosa de los hijos de Dios sea completa (Ro. 8:20, 21).
Si
perfeccionáramos la santidad en el temor de Dios debemos realizar que esta
imagen renovada de Dios da privilegio y preeminencia a aquellos que la tienen
sobre aquellos que no la tienen (Pr. 12:26). Es solo en nuestra conformidad a
Dios y no a cuenta de sabiduría, riqueza, grandeza o poder civil que este
privilegio y preeminencia es restaurado a nosotros.
La nobleza
Cristiana está solo en la santidad, porque en la santidad está la imagen y representación
de Dios. La nobleza Cristiana no está en ventajas profanas o mundanas (1ª Co.
1:26). Ni tampoco la nobleza Cristiana está en tener dones espirituales (Mt.
7:22, 23). Muchos que han tenido dones extraordinarios del Espíritu serán
dejados fuera del cielo con los peores hombres del mundo.
Ni tampoco la
nobleza Cristiana está con la mera progresión de la fe. Muchos profesan la fe
en austeridad rígida y obras externas de caridad mas allá de lo que la mayoría
de nosotros hacemos, y sin embargo perecen en su superstición.
Tampoco la
nobleza Cristiana esta en la pureza de adoración. Muchos adoradores pueden ser
.vasos de madera y piedra los cuales, no siendo .purgados del pecado no son vasos
.para honra, santificados y útiles para el Amo, preparados para cada buena
obra. (2ª Ti. 2:20, 21).
Si vamos a
perfeccionar la santidad en el temor de Dios debemos realizar que solo es al crecer
a la semejanza de Dios y desear ser más y más renovados en su imagen que gozaremos
de la gloria de Dios en la gloria.
NUESTRO
FIN SE APROXIMA: Cada día nos acercamos a nuestro fin natural, ya sea
que lo deseemos o no. Si no estamos al mismo tiempo acercándonos hacia nuestro fin
sobrenatural, somos los más miserables.
Solo nos
engañamos a nosotros mismos si suponemos que nos estamos acercando a la gloria
eterna en esta vida si no estamos al mismo tiempo acercándonos a ella en gracia
y santidad.
En esa gloria
eterna, somos .iguales a los Ángeles. (Lucas 20:36). Cuando veamos a Cristo
seremos como él (1ª Juan 3:2). Si aborrecemos la santidad ahora, no la amaremos
de ahora en adelante. Nuestra gloria será ver el rostro de Dios en justicia y
ser satisfechos con su semejanza. (Sal. 17:15).
Debemos de tener
la meta de alcanzar esta gloria espiritualmente al aproximarnos a nuestro fin
natural. El no hacerlo es locura y negligencia intolerable. Al desear el cielo,
no debemos considerar demasiado nuestra liberación de los problemas así como
nuestra liberación del pecado. No debemos considerar nuestra felicidad completa
sino nuestra santidad perfecta. La mayoría de nosotros no sabemos cuanta gloria
hay en la gracia, ni tampoco cuanto del cielo se puede experimentar en la
santidad en la tierra. Pero si perfeccionáramos la santidad en el temor de Dios
debemos darnos cuenta que es de nuestra semejanza y conformidad a Dios que solamente
podremos ser útiles en el mundo.
Dios es bueno y
hace bien. El es la causa única y la fuente de todo lo bueno que encontramos en
toda la creación. Ellos, entonces, que son como Dios, y solo ellos, son los que
son de más uso en este mundo. Mucho bien a sido hecho por otros como el
resultado de varias ideas y razones. Pero hay un defecto en todo lo que hacen.
Ya sea superstición, vana gloria, egoísmo, merito o algo u otro entra entre
todo lo bueno que es hecho por personas impías, y trae la muerte a la olla (2ª Reyes
4:40). Pero aquel que lleva la imagen de Dios, y hace todo de ese principio
gobernante, solo él es verdaderamente útil. Solo él representa a Dios en lo que
hace. Solo él no hecha a perder sus obras buenas con motivos falsos de si
mismo.
D. DEBEMOS DE HACER CADA
ESFUERZO PARA SER SANTOS
Si mantuviéramos
el privilegio y preeminencia de nuestras naturalezas y personas, si hiciéramos
progreso diario hacia la gloria y bendición eterna, si fuéramos de cualquier uso
verdadero en el mundo, entonces debemos hacer cada esfuerzo para crecer más y
más a ser semejantes a Dios, quien es nuestra verdadera santidad.
Debemos
constantemente ejercitar fe y amor, los cuales ambos tienen un poder especial
para promover la imagen de Dios en nuestras almas. La fe es parte de nuestra santidad.
Es gracia impartida a nosotros por el Espíritu Santo. Es el principio
gobernante que purifica el corazón. Obra y se hace efectiva por amor.
Entre mas fe sea
ejercitada lo mas santos seremos y consecuentemente seremos mas semejantes a
Dios. Las propiedades gloriosas del carácter de Dios son reveladas en Cristo Jesús.
Resplandecen en su rostro. En Cristo la excelencia gloriosa de Dios nos son presentadas
y por fe las contemplamos. ¿Y cual es el resultado?
Somos
transformados a la misma imagen de gloria en gloria (2ª Co. 3:18). Este es el gran
secreto de crecer en santidad y de crecer a la imagen de Dios. Este es el gran
camino señalado y bendecido por Dios. Estamos constantemente creyendo a la
revelación hecha en el evangelio, para ver, y contemplar las excelencias de
Dios, su bondad, santidad, justicia, amor y gracia así reveladas en Cristo
Jesús. Debemos hacer de uso y aplicar a nosotros mismos y a nuestra condición
todo lo que vemos de Dios revelado en Cristo de acuerdo a la promesa del
evangelio. Si abundamos en fe, creceremos en santidad.
El amor tiene el
mismo poder para hacernos santos. Él que va a ser como Dios debe de estar
seguro de amarlo, si no todos los intentos de ser como él fracasaran. Él que
ama a Dios sinceramente hará cada esfuerzo para ser como él. El amor moldea la
mente al molde del objeto amado.
El amor del mundo
hace al hombre mundano. Sus mentes y deseos crecen terrenalmente y sensual. El
amor a Dios lo hace a uno piadoso. El amor se aferra a Dios con deleite por lo
que él es en sí mismo así revelado en Jesucristo. Cada acercamiento a Dios por
amor ardiente y deleite es transformador.
El amor meditará
en las excelencias de Dios en Cristo (Sal. 30:4, 63). El amor admira al que se
ama. Así que el amor pasa tiempo admirando las excelencias de Dios vistas en Cristo.
El amor se deleita en obedecer y agradar al que se ama. Así que el amor
verdadero a Dios se deleitará para obedecerlo y agradarlo. Los siete años de
servicio de Jacob por Raquel parecieron cortos y fáciles por el amor que él
tenía por ella. El amor le dice a Dios, .Tu ley esta en mi corazón. Me deleito
en hacer tu voluntad, O Dios.
GRACIAS
QUE REVELAN NUESTRA SEMEJANZA A DIOS: Bondad, amabilidad, disposición para hacer bien,
perdonar, aliviar sufrimiento, ejercitados hacia todos los hombres en toda ocasión
revela nuestra semejanza a Dios (Mt. 5:44, 45; Ga. 6:10). Así también la verdad en las
partes internas revelándose a sí misma en todas formas de honestidad y fidelidad (Sal.
51:6; Efe. 4:15).
Dios proclama su
santidad (Éxodo 34:6, 7). En ésta declaración el barre con todos los que
presumen de su gracia y continúan en sus pecados (Ro. 6:1). Dios quiere que
todos los hombres sean salvos, no en sus pecados, sino de sus pecados. Dios no
se hará inmundo para salvarnos.