Todos los hombres
pueden ser divididos en dos grupos. O son regenerados o no son regenerados.
Todos los hombre nacen no regenerados (Juan 3:3-8).
Ahora la
Escritura nos enseña tres grandes verdades. Nos enseña que la mente del hombre
esta depravada y corrompida. A esto llama oscuridad y ceguedad y es esto lo que
lleva a la ignorancia y fatuidad.
La Escritura
enseña que la voluntad del hombre y los deseos del corazón están depravados y
corruptos. Esto es visto como debilidad o impotencia y lleva a terquedad y obstinación.
El alma entera esta en un estado de muerte espiritual.
A. OSCURIDAD Y CEGUERA
ESPIRITUAL
La oscuridad espiritual
esta en todos lo hombres y yace en todos los hombres hasta que Dios, por una
obra todopoderosa del Espíritu, alumbra a los corazones de los hombres, o crea
luz en ellos (Mt. 4:16; Juan 1:5; Hch. 26:18; Ef. 5:8; Col. 1:13; 1P. 2:9).
Esta oscuridad es esa luz de adentro la cual algunos presumen que tienen dentro
de si y que dicen que también esta en otros.
La índole de esta
oscuridad espiritual debe de ser entendida. Cuando los hombres no tienen luz
con que ver, entonces están en oscuridad (Éxodo 10:23). Los hombres ciegos
están en oscuridad, ya sean de nacimiento, por enfermedad o accidente (Sal.
69:23; Gn. 19:11; Hch. 13:11). Un hombre espiritualmente ciego esta en
oscuridad espiritual y esta ignorante de las cosas espirituales.
Hay una oscuridad
externa en el hombre y una oscuridad interna en el hombre.
La oscuridad
externa es cuando el hombre no tiene esa luz por la cual pueden ver. Así que
oscuridad espiritual externa esta sobre el hombre cuando no hay nada para alumbrarlos
sobre Dios y las cosas espirituales (Mt. 4:16; Sal. 119:105; Sal. 19:1-4, 8;
2P. 1:19; Ro. 10:15, 18). Es la obra del Espíritu Santo de remover esta
oscuridad al enviar la luz del evangelio (Hch. 13:2, 4; 16:6-10; Sal. 147:19,
20).
La oscuridad
interna, por otro lado, sale de la corrupción y depravación natural de las mentes
de los hombres concerniendo las cosas espirituales. La mente del hombre esta corrupta
y depravada en las cosas que son naturales, civiles, políticas y morales, como
al igualmente también en las cosas que son espirituales, celestiales y
evangélicas. Esta depravación frecuentemente es retenida de tener sus efectos
totalmente por la gracia común del Espíritu Santo. Así que, la mente del hombre
siendo oscurecida, está incapacitada para ver, recibir, entender o creer para
la salvación de su alma. Las cosas espirituales, o los misterios del evangelio,
sin que el Espíritu Santo primero produzca dentro del alma una luz nueva por la
cual puedan ver y recibir esas cosas, no pueden traer salvación.
Por más brillante
que sea la mente, y por más brillante que sea la predicación y presentación del
evangelio, todavía aun, sin que el Espíritu Santo crie esta luz en ellos, no pueden
recibir, entender y estar de acuerdo con las verdades que se predican, y por lo
tanto no serán guiados a la salvación (Ef. 4:17, 18).
Así que los no
regenerados .andan en la vanidad de sus mentes. (Ef. 4:17).
La inclinación
natural de la mente no regenerada es de buscar esas cosas que no pueden satisfacer
(Gn. 6:5).
Es una mente
inestable (Pr. 7:11, 12).
El entendimiento
no regenerado es oscurecido y no puede juzgar las cosas propiamente (Juan 1:5).
El corazón no
regenerado esta ciego. En la Escritura el corazón incluye la voluntad también.
La luz es recibida por la mente, aplicada por el entendimiento y usada por el
corazón. Pero si la luz interna es oscuridad dijo Jesús, .que grande es esa
oscuridad.
Hay tres cosas
que salen de la futilidad natural de la mente en su estado depravado que se
encuentra entre creyentes. Primero, hace al creyente vacilar y estar inestable
y voluble a los santos deberes de la meditación, oración y oír la palabra. La
mente vaguea y es distraída por muchos pensamientos mundanos. Segundo, esta
inestabilidad es la causa de recaídas en los creyentes, guiándolos a conformarse
al mundo y a sus hábitos y costumbres los cuales son vanos y necios. Y tercero,
esta futilidad de la mente engaña a los creyentes en proveer para la carne y
las concupiscencias de la carne. Puede y a menudo lleva a satisfacción propia.
B. EL REMEDIO PARA ESTA
MENTE CORROMPIDA.
Para ganar la
victoria sobre esta mente Sutil y corrupta, debemos poner nuestras mentes y deseos
en las cosas espirituales mostradas a nosotros por el Espíritu Santo. Pero al
poner nuestras mentes en las cosas espirituales debemos cuidar que la mente no
caiga en pensamientos e ideas vanas, necias y poco provechosos. Debemos de
agarrar el hábito de meditar en cosas santas y espirituales (Col. 3:2). Debemos
de ser humillados al realizar que tan necias y vanas son nuestras mentes
abandonadas a si mismas.
AJENOS
DE LA VIDA DE DIOS: La
mente no regenerada es perversa y depravada, así que los hombres están .ajenos
de la vida de Dios, por la ignorancia que en ellos hay.
(Ef. 4:18). Esta alienación de la vida de Dios es porque sus mentes son pecaminosas y
depravadas (Col. 1:21).
La vida de Dios
de la cual los hombres están ajenos es la vida la cual Dios requiere de nosotros
para que le agrademos aquí y le gocemos de aquí en adelante (Ro.1:17; Ga. 2:20;
Ro. 6 y 7). Es esa la vida la cual Dios obra en nosotros, no naturalmente por
su poder, sino espiritualmente por su gracia (Ef. 2:1, 5; Fil 2:13). Es la vida
por la cual vivimos para Dios (Ro. 6 y 7). Dios es la meta suprema de esa vida,
así como también es el creador de esa vida.
A través de esta
vida buscamos hacer todas las cosas para la gloria de Dios (Ro. 14:7, 8). Por
esta vida venimos al gozo eterno de Dios como nuestra bendición eterna y galardón
eterno (Gn. 15:1).
La vida de Dios
es esa vida por la cual Dios vive en nosotros por su Espíritu por medio de
Jesucristo (Ga. 2:20, Col 3:3). Es esa vida los cuales frutos son santidad y obediencia
evangélica y espiritual (Ro. 6:22; Fil. 1:11). Y esta vida de Dios nunca muere porque
es eterna (Juan 17:3).
Ahora la mente no
regenerada es ajena a esta vida de Dios y esta alienación se revela en dos
formas. Se revela a si misma por una inhabilidad y desganas de la mente no convertida
para recibir esas cosas concernientes a esta vida de Dios (Lc. 24:25; He. 5:11,
12; Jer. 4:22). También se revela a si misma cuando la mente no convertida
escoge cualquier otra vida que la vida de Dios (1Ti. 5:6; Stg. 5:5; Ro. 7:9;
9:32; 10:3).
C. EL HOMBRE NATURAL Y EL
HOMBRE ESPIRITUAL
Aunque la mente
no convertida es altamente educada y talentosa, sin embargo es totalmente
incapaz de recibir y entender espiritualmente esas cosas necesarias para su salvación
eterna. No responderá a la predicación del evangelio hasta que sea renovada, iluminada
y capacitada para hacerlo por el Espíritu Santo: .Mas el hombre animal no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender,
porque se han de examinar espiritualmente. (1ª Co. 2:14). El tema de este verso
es el hombre natural. El hombre natural es bastante opuesto al hombre espiritual
(1ª Co. 15:44; Jud. 19).
Pablo nos dice
que el primer Adán fue hecho un anima viviente; el postrer Adán en espíritu
vivificante (1ª Co. 15:45). El hombre natural viene del primer Adán y el hombre
espiritual viene del postrer Adán. El hombre natural es uno que tiene todo lo
que es o puede tener del primer Adán. Tiene un alma racional y es bien capaz
para usarla.
El hombre natural
confía en sus poderes raciocinios y no mira la necesidad para cualquier ayuda
espiritual. Él no ve que Dios le ha dado su alma para que pueda aprender y
recibir lo que él, Dios, tiene para dar. El hombre nunca fue hecho para vivir independientemente
de Dios. Los ojos son hermosos y útiles, pero si tratan de ver sin luz, su
belleza y poder no será de uso y aún los ojos pueden lastimarse. Si una mente
no convertida trata de ver las cosas espirituales sin la ayuda del Espíritu de
Dios, solo terminará destruyéndose a si misma.
En el verso
catorce vemos cosas puestas al hombre natural. Estas cosas son .las cosas del
Espíritu de Dios. Ahora ¿cuales son estas cosas del Espíritu de Dios que son
puestas al hombre natural?
Aquí hay algunas
de ellas, todas de 1ª Corintios capitulo 2 Jesucristo y a este crucificado.
(v.2).
La sabiduría
oculta, la cual Dios predestino antes de los siglos para nuestra gloria. (v.
7).
Las cosas que nos
son dadas libremente por Dios. (v.12).
La mente de
Cristo. (v16).
Estas son las
cosas del Espíritu de Dios. Estas son las cosas que no se pueden recibir excepto
por medio de una iluminación soberana y sobrenatural. Estas son las cosas que ojo
no vio, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado
para aquellos que le aman. (V. 9).
Son cosas del
eterno consejo de Dios. Estas son cosas que la mente del hombre en su primera
creación no tenia idea que existían (Ef. 3:8-11).
Dos cosas se
pueden decir del hombre natural y de las cosas del Espíritu de Dios.
PRIMERO, EL NO LAS RECIBE:
SEGUNDO, NO LAS PUEDE CONOCER.
En esta doble
aserción podemos aprender primero que el poder para recibir cosas espirituales
es negado al hombre natural (Ro. 8:7). No las puede recibir porque deben de examinarse
espiritualmente. Por segundo aprendemos que el hombre natural voluntariamente
las rechaza. Esto es implicado en las palabras .no recibe las cosas que son del
Espíritu de Dios. Y las rechaza por que le parecen locura.
El hombre natural
no puede, no hará y no recibe las cosas del Espíritu de Dios. Puede conocer el
sentido literal de las doctrinas que se le presentan. Puede saber que Cristo Jesús
fue crucificado. Pero hay una gran diferencia entre recibir doctrinas como
meras afirmaciones presentadas a él y el conocer la realidad que esas
afirmaciones presentan.
El hombre natural
puede conocer el camino de la justicia como una mera afirmación (2ª P. 2:21).
Otras cosas también puede conocer, meramente como ideas presentadas a él (Tito
1:16; Ro. 3:23, 24). Pero estas verdades no tienen ningún efecto transformador
en su vida. El hombre espiritual, por la otra parte, las conoce en realidad y
tienen un efecto transformador en su vida. (Ro. 12:2; Ef. 4:22-24).
Ahora antes de
que las cosas espirituales se puedan recibir dos cosas son necesarias.
Es necesario que
las entendamos, que estemos de acuerdo con ellas y que las recibamos porque
concuerdan con la sabiduría, santidad y justicia de Dios (1ª Co. 1:23, 24).
También es necesario que veamos que tan bien adaptadas están para glorificar a
Dios, la salvación de pecadores y el traer a la iglesia a la gracia y gloria.
El hombre natural
no puede hacer esto. Él puede, sin embargo, recibir exhortaciones, promesas,
mandatos y amenazas en el evangelio (1ª Juan 5:20). Pero para él la sabiduría
de Dios es locura. Pablo dice que .lo loco de Dios es más sabio que los
hombres. (1ª Co. 1:25). Pero al hombre natural le son locura.
El evangelio fue
locura a los filósofos de la antigüedad (1ª Co. 1:22, 23, 26-28). Las cosas mas
importantes del evangelio son vistas como locura porque se piensan que son falsas
y no verdaderas. Muchos se burlan de las cosas de Dios y las deprecian como las
más despreciables ideas que jamás se hayan expuestas al hombre racional (2ª P.
3:3, 4).
Algunos profesan
creer al evangelio pero internamente piensan que es locura, pero no se atreven
a decirlo abiertamente. Ellos grandemente alaban principios morales y leyes naturales.
Pero claramente viven como aquellos que realmente no creen al evangelio. Una pretensión
de amor a una parte del evangelio no los refugia del castigo que les vendrá a causa
de su rechazo al evangelio entero. Ignoran y desprecian esas cosas que son
traídas a nosotros por revelación sobrenatural solamente, y el evangelio es
locura para ellos porque no ven belleza, gloria o ventaja en el para ellos (Is.
53:1-3).
El hombre natural
por lo tanto no puede recibir las cosas del Espíritu de Dios. No puede porque
se han de examinar espiritualmente. El hombre natural por la luz natural del
razonamiento puede discernir cosas naturales. El hombre espiritual por una luz espiritual
recibida de Cristo Jesús discierne cosas espirituales.
El hombre natural
no puede conocer las cosas espirituales porque es el Espíritu de Dios el que
dota a la mente de los hombres con esa habilidad, y la luz misma por la cual únicamente
las cosas espirituales pueden ser espiritualmente discernidas es creada en nosotros
por un acto todopoderoso del poder de Dios (2Co. 4:6).
El hombre natural
no puede discernir cosas espirituales para que lo guíe a la salvación de su
alma porque su mente esta oscurecida por su propia depravación. Esta es la
miseria de nuestras personas y el pecado de nuestra naturaleza. Pero no puede
ser usada como excusa en el día de juicio por no haber recibido las cosas
espirituales.
También hay en
las mentes de los hombres no regenerados una inhabilidad moral por la cual la
mente nunca recibirá las cosas espirituales, porque es gobernada y mandada por varias
concupiscencias, corrupciones y prejuicios. Están tan fijados en la mente no regenerada
tanto como para hacerla pensar que las cosas espirituales son locura (Juan 6:44;
5:40; 3:19).
D. LIBERACIÓN DE LAS
TINIEBLAS
Pablo nos enseña
que Cristo .nos ha liberado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo. (Col 1:13).
En este verso se
nos dice de ser liberados de .la potestad de las tinieblas. (Ef. 5:11; Hch.
26:18; Is. 60:2; Ef. 2:2; 2Co. 4:4).
Pedro habla de cadenas
de oscuridad. (2P. 2:4).
DE ESTAS NO HAY ESCAPATORIA: Estas tinieblas llenan la mente con enemistad contra
Dios y todas las cosas de Dios (Col. 1:21; Ro. 8:7). Si Dios es grande en
bondad y belleza, ¿por qué los hombres lo aborrecen? Este odio sale de estas
tinieblas las cuales son la corrupción y depravación de nuestra naturaleza.
Estas tinieblas
llenan la mente con concupiscencias perversas que resisten la voluntad de Dios
(Ef. 2:3; Fil.3:19; Col. 2:18; Ro. 8:5).
Estas tinieblas
llenan la mente con prejuicios en contra de todas las cosas espirituales, y la
mente esta completamente incapaz de liberarse de estos prejuicios. La mente oscurecida
primero ve las cosas que codicia. Entonces, después, en si misma reconoce esas
codicias. Pero cuando el hombre es llamado a buscar a Dios sobre todos los
otros deseos, entonces esto es considerado de ser locura, porque la mente no
convertida piensa que las cosas espirituales jamás traerán contentamiento, felicidad
y satisfacción. En particular, la mente no regenerada tiene un prejuicio
especial contra el evangelio.
Ahora en el
evangelio se predican dos cosas.
PRIMERO, hay esas cosas que pertenecen solo al evangelio y no
tienen nada de la ley o de la luz de la naturaleza. Vienen a nosotros solo por
revelación y son únicas al evangelio. Son las que hacen ser al evangelio ser el
evangelio. Y son todas esas cosas concernientes al amor y la voluntad de Dios
en Cristo Jesús (1Co. 2:2; Ef. 3:7-11).
SEGUNDO, hay esas cosas declaradas en el evangelio las cuales
tienen su fundación en la ley y la luz de la naturaleza. Estas son todos los
deberes morales. Estos deberes morales son en cierta medida conocidos aparte
del evangelio (Ro.1:19; 2:14, 15). Hay en todos los hombres una obligación de
obedecer a estas leyes morales de acuerdo a la luz que se les ha dado.
Ahora es en este
estado que el evangelio agrega dos cosas a las mentes de los hombres.
PRIMERO, enseña el modo correcto de obedecer. Enseña que la
obediencia solo puede salir de un corazón regenerado que ya no esta en
enemistad con Dios. También enseña que el propósito entero de obediencia es de
traer gloria a Dios. Enseña que no podemos obedecer hasta que seamos
reconciliados con Dios por medio de Cristo Jesús. Todas estas cosas ponen los
deberes morales en una nueva estructura, la estructura del evangelio.
SEGUNDO, al darnos su Espíritu, Dios nos da fuerzas y nos
capacita a obedecer de acuerdo a la estructura del evangelio.
El evangelio nos
declara cosas que hacen la obediencia al evangelio ser obediencia al evangelio
y no obediencia legal (1ª Co. 15:3; Ro. 6:17; Ga. 4:19; Tito 2:11, 12; 1ª Co. 13:11;
2ª Co. 3:18).
PRIMERO, el evangelio enseña los misterios de la fe y los
pone como la fundación de la fe y obediencia.
SEGUNDO, el evangelio entonces injerta todos los deberes de
obediencia moral a este árbol de fe en Cristo Jesús.
Esto es lo que
Pablo hace en sus epístolas. Empieza por enseñar lo misterios de la fe
cristiana. Entonces, en la base de estos misterios y maravillas del evangelio
los cuales nos han traído la gracia y misericordia de Dios, él enseña que por gratitud
debemos buscar agradar al que tanto nos amó, obedeciéndole.
Pero el prejuicio
voltea este orden de cosas al revés haciendo los deberes morales la fundación.
Solamente entonces los hombres consideran las cosas del evangelio. Entonces sus
prejuicios los lleva ya sea a despreciar los misterios del evangelio y a los
que creen en ellos, o ponen falsas interpretaciones en ellos, quitando todo lo
que es espiritual, y pervirtiendo el misterio que hay en ellos. De este modo
hacen al evangelio que encaje con su bajo y carnal entendimiento. Se hace al
evangelio encajar con sus propias ideas y opiniones. Cualquier cosa en el
evangelio la cual no es considerada razonable y que no esta de acuerdo con su
sistema de filosofía es rechazada como locura.
Así que mientras
la mente del hombre permanezca no regenerada, no hay esperanza para que el alma
salga de las tinieblas a la luz del glorioso evangelio de Cristo.
CONCLUSIÓN. La
mente en el estado de naturaleza esta tan depravada y corrupta que es incapaz
de entender, recibir y abrasar las cosas espirituales. Así que, mientras la
mente permanezca no regenerada, el alma no puede y no recibirá a Cristo para salvación,
ni tampoco se puede hacer santa y apta para el cielo. El corazón y la voluntad
no pueden actuar independientemente de la mente. La voluntad no esta libre para
actuar por si misma. El ojo es la luz natural del cuerpo. Por medio del ojo, el
cuerpo es guiado con toda seguridad alrededor de obstáculos peligrosos, y así
es mantenido de lastimarse a si mismo. Pero si el ojo es ciego, o es rodeado
por oscuridad y no puede ver, entonces el cuerpo no tiene idea a donde va e
inevitablemente chocará con los objetos o se tropezará sobre obstáculos.
Lo que el ojo es
para el cuerpo, la mente es para el alma. Si la mente ve la gloria y hermosura
de Cristo y su salvación presentada en el evangelio, excitará al corazón a desearlos
como verdaderamente bueno, y el deseo para recibirlos y abrasarlos.
Pero si la mente
esta ignorante del evangelio, o esta ciega por el prejuicio, entonces el corazón
no será despertado para desear a Cristo, ni la voluntad será impulsada a
abrasarlo.
Si la mente es
engañada, también el corazón y la voluntad serán engañados. Donde la mente esta
depravada, así también estará el corazón (Ro. 1:28-32; 1ª Ti. 2:14; He. 3:12,
13: 2ª Co. 11:3).
Vemos, entonces,
qué importantes son las palabras de Cristo cuando dijo, .Debes nacer de nuevo.